Para querer y dejarse querer un poco basta con tres horas.
Una poda de laurel y de la papelera que puede tumbar el tubo.
Arrancar tres pelargonios malnacidos y limpiar los brinzales de zarzas que han crecido entre los dragos.
Pasarle la mano al poleo y echar dos cubos de agua al naranjero.
Después soltar a Rocky, que se emociona tanto que casi no llega al meadero.
Antes de eso, preparar y tomarnos juntos el primer cortado. Preguntar por la salud, por la pierna, por la espalda, por las pastillas, por tus hermanos, por tus sobrinos, hablar de cómo le va a tus hijos.…
Ver un rato de tele. Comentar y sonreir con Atrapa un millón y Pasapalabra. Ir a la azotea para ver el cielo nocturno con Venus y Júpiter restallando sobre Montaña Alta, con una bruma densa y oscura que ya cubre las medianías.
Y para cerrar unos huevos fritos con papas, un vinito y el cortado de despedida.
Por último un beso hasta el próximo martes.
El tajinaste azul del patio, agradecido de flores plenas en este Marzo cálido, y que mientras hubo sol era un pastel de polen lleno de zumbidos de Anthophora allaudi –creo- , ya guarda silencio…
¡¡Qué buen rato se pasa cuando, entre azules y zumbidos, quieres y te dejas querer un poco…¡¡
1 comentario:
Poética entrada, magnificas fotos de los tajinastes y, difíciles de fotografiar estos abejorros de “culo inquieto”
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