Este pais es el del mestizaje. En lo humano y en lo natural.
Vientos secos y calurosos hacen mover los plumachos de hojas de una acacia, verde y esplendorosa, en el porche de una casa en Praia. Los tonos de verde de las hojas y el rizado de este viento de la mañana se superponen al ruidoso ir y venir de una calle saheliana.
Niños, con sus uniformes colegiales, jóvenes con gafas de sol, camissas de colores chillones y macutos por bandolera se mueven en grupos o en parejas, mientras adultos con pintas de pachorruos, deambulan a un ritmo más lento en torno al árbol. Estas tardes siempre he visto alguien sentado a su sombra. Observando, saludando, siempre sonriendo..
No deja de sorprenderme la alegria innata de este país, consciente de su valor, quizas con mayor autoestima de aquel del que yo provengo, aún colonizado culturalmente.