No llegaba a comprender aquella cara de malaleche con la que me miraba estos últimos días, Don Cristobal del Castillo y Manrique de Lara, ese patricio ejemplar que consagró su vida a Gran Canaria y cuyo busto emerge en el centro de uno de los parterres del Parque de San Telmo.
A su alrededor ya han caído hace tiempo las palmas que le cubrían la testa y le daban sombra y ya los indignados han abandonado el campamento que creció a sus pies.
Debiera estar acostumbrado ya a ese solajero que resalta por demás esa mirada atemporal que me dedica.
Pero hoy he notado una ausencia en este nuestro paisaje cotidiano.
Ya no busquen al drago que acompaña a estas letras.
Se mantuvo apoyado en la farola durante un tiempo, pero el suelo se debilitaba cada vez más y ya no está en su lugar.
Enmarcaba un lugar placentero como es la terraza del Kiosco Norte, ese kiosco modernista que acompaña nuestras cervezas de viernes y la de otros muchos ciudadanos.
El empeño en mantener riegos continuos a sus pies hace que los dragos se debilliten y si se desequilibran caigan más temprano que tarde sin remedio.
Don Cristobal ha visto caer muchos en su Parque y , como yo, no se explica que nadie ataje ya ese problema… que en esta ciudad a la que él legó su fortuna sigamos perdiendo ejemplares de drago sin que nadie ponga -ni quiera- aplicar remedio …
3 comentarios:
¡Qué lastima! Parece mentira que tengamos problemas de exceso de agua en nuestros jardines cuando el clima nos da lo contrario.
Aquí, en el centro peninsular nos ocurre con los madroños, que sufren el empapamiento de sus raíces.
Hay que criar a toda una nueva generación en jardinería autóctona.
Una desgracia.
Magníficos jardineros, que por mantener el césped verde se cargan un drago.
Por la ramas que tenía, con más de 40 años seguro.
Sembramos plantas exóticas y destruimos los endemismos.
¿Cuándo aprenderemos?
drago¡¡ arbol que contiene nuestras raices aborigenes parece mentira que nos sigan quitando esos resquicios de esa cultura aborigen que desapareció ¡¡ canarias alzada
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