¿De dónde ha salido el árbol en este muerto paisaje lunar?
¿Por qué precisamente en este lugar?
¿Por qué uno solo?
¿De dónde saca la savia?
A veces, tenemos que recorrer muchos kilómetros antes de toparnos con otro."
En África, a la sombra de un árbol. Ébano,1998. Ryszard Kapuscinski.
Me hace retroceder a aquel viaje que hicimos a Marruecos en 1998, y allí, en la árida y extenuante cubeta precámbrica de Tazenakht, camino de Taroudant, en una carretera que se nos antojaba infinita, allí donde el camión que venía de frente no se quería apartar hasta el último momento y veíamos peligrar nuestras vidas, allí estaba aquel árbol solitario.Este era un eucalipto, arrimado a la carretera, único y ermitaño, sombra y alegría en un paisaje desértico y estepario, donde a veces veíamos a un burro amarrado a su sombra esperando a que volviese su dueño, para llevarlo hasta cualquier lejano agadir en las montañas del Atlas marroquí.
Nos surgen las mismas preguntas que se hace el autor de Ébano.
Y siente uno un especial afecto por este ser de origen australiano, que allí crece para el amparo de los bereberes y sus animales frente al duro paisaje de la naturaleza de este continente.Por eso no venían a cuento nuestras diminutas e insulares anécdotas atlánticas sobre el supuesto daño que estos árboles hacen en el ecosistema insular contadas a unos atónitos marroquíes que no podían ver como un extraño a aquella bendición de Alá para su paisaje.
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