Parafraseando a nuestro querido profesor de Botánica Dr. Wolfredo Wildpret, al igual que él nominaba a las plantas ruderales y nitrófilas como aquellas "que adoraban el pisoteo”, esta malvácea de la que hoy escribo, no sé si lo adorará, pero sí que está “meá por los perros.”La he observado creciendo en los parterres urbanos de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria - Ciudad Alta, Paseo de Chil -, donde curiosamente no parece ser misión de los jardineros retirar las malas hierbas que cada día se extienden más por esta capital.No fue fácil entrar a la determinación de esta en principio “malva negra”, que se resiste a encajar dentro de las claves de la familia Malvaceae.
Pero al final, concluimos en el taxón Malvastrum coromandelianum, citado como introducida en las islas desde 1985, de origen americano hoy convertida en mala hierba pantropical, y extendida también en otros archipiélagos como el de Madeira y Cabo Verde (ver mapa distribución Proyecto Anthos).
Recientemente ha sido citada para la Península Ibérica en el puerto de Huelva (Verloove et al, 2008).
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