jueves, 16 de diciembre de 2010
TirmaTeide: Un Genius loci.
Algo tiene que haber.
Recomiendo llegar a este lugar, buscar un pequeño rellano y ponerse a dar vueltas al estilo derviche - ¡¡siempre que alguien esté allí para mantenerte, claro¡¡- porque es la mejor manera de asimilar la grandiosidad de este paisaje macaronésico.
Dos islas enfrentadas.
Dos paisajes cara a cara.
Desde el plácido mar de Andén Verde hasta las gélidas montañas chicharreras.
Nunca me canso de observarlo.
Y más si las gaviotas, los cernícalos y las aguilillas refuerzan el paisaje con sus cabriolas y sonidos.
Algún espíritu protector, algún “Genius loci” romano convertido en TirmaTeide, resguarda esta belleza de paisaje y asegura para el futuro la fuerza indescriptible de su disfrute.
Por eso voy cada vez que puedo.
Para reconfortarme con nuestras islas, con nuestra gente, conmigo mismo.
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