jueves, 4 de febrero de 2010

Conflictos ambientales en Boavista, Cabo Verde. Algunas medidas de control posible.






* Carlos Suárez Rodríguez.

1. Introducción.

El turismo es hoy en día la mayor industria del mundo. Uno de cada nueve trabajadores en el mundo se dedican o están vinculados al negocio turístico (Mcminn, 1997).
Para el Tercer Mundo, el turismo se oferta como la gran panacea capaz de resolver sus problemas sociales y económicos en cortos espacios de tiempo.
En términos de crecimiento económico, de los 9 países insulares de tamaño pequeño considerados menos desarrollados, dos son economías de lento crecimiento (Santo Tome y Príncipe y Haití) cuatro son economías en regresión (Kirivati, Vanuatu, Islas Comores e Islas Salomón) y tan solo tres presenta expectativas de alto crecimiento económico ( Maldivas, Samoa y Cabo Verde). (UNSTAC, 2002).
Entre los sectores productivos que mejores expectativas de desarrollo económico presentan , Cabo Verde apuesta por la industria turística.
Los resultados de esta apuesta ya son elocuentes. El numero de turistas en las islas ha pasado de 45.000 en 1997 a 141.000 en el 2002. La contribución del turismo al PIB ha pasado del 9,5 % en 2001 al 10,2 % en 2002.
Pero, sin embargo, hoy en día a las panaceas del turismo también se les asocian una serie de problemas e impactos ambientales que llevan consigo la propia degradación de los recursos que se quiere explotar siendo muchas ya las voces que ven esta industria como una potencial contaminante de rango equivalente a la de cualquier otra industria pesada.
Esta concepción del turismo como depredador lleva en los años 80 a la invención de términos como “desarrollo sostenible”, “turismo responsable” o “ecoturismo” como alternativas de integración de esta industria en los valores ambientales del lugar que colonizaban.
En la mayoría de los casos, y en las Islas Canarias esto es una realidad, estas palabras tan bonitas tan solo esconden una posición políticamente correcta pero inviable en su ejecución, quizás por falta de procedimientos bien asumidos por la administración y los actores del negocio turístico.
Esta paradoja del turismo sostenible “insostenible” parece haber arribado a las islas de Cabo Verde, planteando el dilema entre conservación y desarrollo económico en una sociedad insular frágil, tanto ecológica, como social y económicamente.
Se plantean a continuación algunos de los incipientes conflictos ambientales que ya se atisban en el horizonte turístico boavisteño y se aportan algunas medidas de posible control y regulación de tales actividades para frenar el deterioro ambiental que ya se intuye en algunas de las zonas más frágiles de la isla.

2. Impacto de las actividades turísticas en el medio natural.

a. El uso de automóviles todoterreno (privados o públicos) esta provocando un grave daño a la vegetación, a la avifauna, a la calidad del aire y al paisaje y a la geomorfología de los lugares más vírgenes de la isla. Incrementando indiscriminadamente el numero de pistas y facilitando los accesos a través de los sistemas de dunas, destruyendo habitats y lugares de nidificación.
Figura 1.- Rutas de todoterrenos a través del saladar de la playa de Varandhina
b. Actividades de los turistas, paseos, usos de vehículos squad, etc. El ocio y el tiempo libre son las grandes ofertas del turista. Y exigen nuevas actividades que les rellenen esos espacios. O son canalizadas convenientemente e integradas o se convierten en potenciales de degradación de alto grado.

Figura 2.- Promoción de rutas a campo traviesa con vehículos squad.
c. La construcción de goros en las playas, con la consiguiente modificación de perfiles geomorfológicos, la recolecta de material paleontológico o malacológico merman la calidad científica de estos lugares valiosos para la historia natural de la isla.
Figura 3.- Construcción de goros para protección contra el viento. Recolección de conchas.
d. Las rutas en vehículos squads pueden ser muy dañinas para los recursos naturales así como para los recursos agropecuarios de las comunidades locales. Un ejemplo lo tenemos en Curral Vehlo o en Bofareira, donde espacios aparentemente sin valor agrario en épocas secas, que con las primeras lluvias se convierten en áreas de prado de alto valor para las comunidades ganaderas locales.

Figura 4.- Prados forrajeros estacionales en Curral Vehlo. Su protección es vital para el mantenimiento de las actividades agropecuarias.

e. Sobreexplotación de los recursos alimenticios. Las ofertas gastronómicas de productos locales ( langostas, moluscos, peces) sobrepresionan a los residentes locales en la explotación de esos recursos. Actividades antes tradicionales y acompasadas a la producción de la naturaleza local como la captura de chicharros en las playas de la islas están ahora sobredimensionados por el incremento de locales gastronomicos para una población que crece exponencialmente en determinadas épocas del año.

Figura 5.- La pesca tradicional de chicharros es una actividad que se está viendo sobredimensionado por el incremento de la demanda turística.
f. Acampadas y fuegos campestres. El uso indiscriminado de playas para acampadas ocasionales y los consiguientes fuegos de campamento reducen la leña de los entornos y facilitan incendios en la vegetación y acaban con los espacios usados por las especies de avifauna locales por reducción de las distancias de seguridad que exigen estas especies sensibles.
g. Asimismo, se incrementan los cúmulos de basuras (envases de plásticos y de aluminio, cristales etc.) en lugares como playas y oasis deteriorando la vegetación y facilitando el incremento de ratas que dañan a la avifauna local.
Figura 6.- Las basuras se acumulan en los litorales de la playa de la Carlota.


3. Impacto de las infraestructuras turísticas en el medio natural.
El desarrollo de las infraestructuras está propiciando:
Degradación estética por usurpación de los estilos tradicionales de edificación.
Figura 7.- Rehabilitación de caseríos en Espingheira sin respetar el estilo tradicional.
Pérdidas de hábitat o lugares de nidificación tradicional de especies en peligro de extinción por ocupación directa mediante construcción, vertidos de escombros de construcción, realización de accesos directos o molestias por excesivos usuarios.


Figura 8.- Nido de águila pescadora abandonado en la playa de Varandinha.


Erosión costera: la ubicación de estos resort en lugares inadecuados propicia la perdida de recursos importantes al bloquear procesos de aportes de arena a las playas con la consiguiente perdida de potencialidades para desove o descanso de tortugas, por ejemplo. Otra de las consecuencias puede ser la creación de pasillos de sombra eólica en su trasera como ya se ha documentado para otros sistemas dunares como el del Maspalomas ( Hernández & Suárez , 1999)

Figura 9.- Los complejos turísticos ubicados en la playa de Chavez cortan el flujo de arenas a las playas con la consiguiente erosión de este recurso potencial turístico.
Incremento del número de especies invasoras y malas hierbas por un uso inapropiado en tareas de reforestación o por su papel de especies domésticas compañeras del hombre.

Figura 10.- Especies domésticas aparentemente inofensivas como los gatos son activas depredadoras de la avifauna endémica insular.


4. Algunas medidas de control del impacto ambiental del turismo para Boavista.

Algunas medidas deben ser implementadas inmediatamente para evitar la degradación ambiental progresiva que puede llegar a un punto de no retorno para algunos recursos y lugares muy frágiles de Boa vista.
Las recomendaciones para facilitar y reforzar los valores ecológicos de la isla deberían ser:

a. Deben implementarse políticas de planificación que delimiten exactamente la capacidad de carga de los recursos turísticos de la isla.
b. Los flujos espaciales y temporales de usuarios de los lugares y de los recursos turísticos deben ser regulados para evitar la concentración masiva en lugares o momentos determinados. Moratorias para el uso turístico o paros biológicos para turistas deberán ser adoptados en periodos de nidificación de aves o de desove de tortugas en determinados lugares.
c. Los promotores turísticos y las medidas fiscales de apoyo turístico no deben quedarse tan solo en los resort turísticos. Deben implicarse en acciones de financiación y mejora de los recursos turísticos ambientales allí donde se usan.
d. Las empresas de rent-a car deben comprometerse y obligarse a cumplir un código de buenas conductas ambientales que deben fiscalizarse por la administración insular.
e. Acciones erróneas por mala planificación de implantación de equipamientos turísticos deben ser corregidas de inmediato. Demoler y compensar a los propietarios de esos resorts ahora evitara el incremento del daño ecológico y con el tiempo el daño económico que se traspasa a las generaciones futuras.
f. Las áreas naturales vírgenes deben ser protegidas y aisladas del transito indiscriminado de vehículos o turistas. Por ejemplo, deben evitarse las concentraciones indiscriminadas en lugares como Varandhina, Santa Mónica o Curral Vehlo
g. Las rutas de tránsito de vehículos a lo largo de la isla deben ser señalizadas y aisladas del entorno mediante vallas o sistemas lineales de empedrados para evitar el tránsito a campo traviesa de vehículos todoterreno sobre todo en las cercanías a las principales playas o lugares de desove y estación de tortugas y en los lugares de alta fragilidad geomorfologica como playas o valles con arcillas.
h. Los diseños de arquitecturas e infraestructuras turísticas deben adaptar modelos de la arquitectura y los usos tradicionales de la gente local.
i. Una administración específicamente ambiental ( Agencia Insular del Medio Ambiente ) debe ser incorporada de inmediato a las estructuras administrativas locales para controlar y regular los usos turísticos en el territorio El desarrollo legislativo por si mismo no asegurara la protección del ambiente si no va acompañado de medidas estructurales concretas y progresivas.
j. Deben iniciarse procesos de monitoreo ambiental para vigilar los desajustes que se vayan produciendo en los ambientes más frágiles de la isla para evitar o compensar su degradación total.
k. La recolección de material paleontolologico o malacológico de las playas o los lugares paleontológicos debería ser vigilada y evitar así la perdida de información científica vital para la interpretación de la evolución histórica actual y pasada de estos ecosistemas
l. Las especies de la flora introducida asociadas al uso turístico o a las políticas de reforestación con posibilidades de dispersión y alteración de ecosistemas deberán ser eliminadas y retiradas de los paisajes de la isla antes de que se conviertan en una amenaza ambiental.
m. Deben proponerse parques temáticos o lugares alternativos a los sitios naturales para evitar la degradación de ellos desviando así los principales grupos de turismo que pueden dañar por sobrepresion esos lugares.
n. Es esencial desarrollar el concepto de ecoturismo para los visitantes de esta isla facilitando los programas de educación ambiental e incrementada los recursos para la interpretación de la naturaleza insular

Bibliografía:

FURIÓ BLASCO, E., 1996: Economía, turismo y medio ambiente. Universidad de Valencia. 197 pp.
MACHADO CARRILLO, A., 1990. Ecología, medio ambiente y desarrollo turístico en Canarias. Consejería de la Presidencia. Gobierno de Canarias. 121 pp.
REVERT CALABUIG, V. 1993: Incidencia del turismo local en la Devesa del Saler. Quercus 96: 30-32
Lancaster, N., 1995: Geomorphology of Desert Dunes, Routledge, 290 pp.
SUAREZ RODRIGUEZ, C. & L.. HERNANDEZ CALVENTO, (1999): Application of air-transported multispectral sensors for the study of protected areas. An example of the Special Nature Reserve "Dunas de Maspalomas" (Gran Canaria, Canary Islands). Bolletim do Museo Municipal de Funchal.
UNCTAD, 2002. The Least Developed Countries, 2002. Report- Escaping the Poverty Trap. United Nations ( http:// http://www.unctad.org/).
Ghina, F. 2003. Sustainable Development in Small Island Developing States.Environment, Development and Sustainability 5(1): 139-165.
Madan, S. 2000. The impacts of tourism on the environment of Mussoorie, Garhwal Himalaya, India. The Environmentalist 20(3): 249-255.
McMinn, S. 1997. The challenge of sustainable tourism .The Environmentalist 17(2): 135-141; Jan 1997
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